jueves, 6 de febrero de 2014

Egipto Contemporáneo




En 1911 nace Naguib Mahfouz. Egipto adquirió estatus independiente el año 1922, nombrándose rey a Fuad I, hasta ese momento sultán, como resultado de la desmembración del Imperio Otomano, aunque la presencia militar y el control de las comunicaciones por parte de Gran Bretaña duró hasta la invasión de Etiopía por los italianos. El tratado que concedió a Egipto la total independencia se firmó el 26 de agosto de 1936 aunque los británicos se reservaron el control del canal de Suez.
En realidad, el distanciamiento de Egipto con respecto a los otomanos había empezado cuando las potencias de Occidente aprovecharon el debilitamiento del Imperio Otomano para intentar la ocupación del territorio, y abrirse de esa manera una ruta más corta hacia la India, que la utilizada hasta el momento alrededor de África.


Al independizarse, Egipto se transformó en una monarquía abiertamente prooccidental y se aprobó una constitución en 1923, aunque durante el gobierno de Fuad fue suspendida para controlar el incipiente
nacionalismo. Durante la Segunda Guerra Mundial, su territorio sirvió como campo de batalla, con Egipto apoyando a los ingleses en contra del Afrika Korps aunque muchos de sus habitantes eran considerados germanófilos y hubo dudas sobre el papel jugado por su rey, Farouk I. 
Al final del conflicto, Egipto reclamó insistentemente el abandono de Suez por los británicos y la devolución de Sudán. La fracasada guerra contra Israel en 1948 - 1949 acentuó el descontento de la población con sus gobernantes.


El 26 de julio de 1952, una sublevación armada dirigida por el general Muhammad Naguib, en la que Gamal Abdel Nasser se situó en
segundo plano, derrocó a la 
monarquía e instaló la república el 18 de junio de 1953, aboliendo los partidos políticos. Nombrado Naguib Presidente, en noviembre de 1954 el propio Nasser lo derrocó nombrándose Jefe de Estado. En el mismo año 1954 Sudán alcanzó la independencia y se firmó el tratado con Gran Bretaña para la evacuación del Canal. Apoyado inicialmente por Estados Unidos y el Reino Unido, Nasser se ganó su creciente hostilidad debido a su apoyo a la descolonización, manifestado en la Conferencia de Bandung. Debido a ese progresivo distanciamiento con las democracias occidentales, Nasser se volcó hacia la Unión Soviética, que le proveía de material militar. 

En 1956, Nasser nacionalizó el Canal de Suez. La medida despertó enérgicas protestas del Reino Unido y Francia, debido a que ambos países eran accionistas mayoritarios del Canal. Sin embargo, el retraso en concretar una invasión armada en Egipto hizo que Nasser demostrara sus dotes como administrador de esa nueva fuente de recursos para su país, ganándose así la simpatía mundial. Cuando ambas naciones europeas iniciaron la invasión el 31 de octubre, con el apoyo de Israel que atacó dos días antes, incluso la ONU llamó a los agresores a retirarse bajo la amenaza de intervención de la URSS. De esta manera Egipto quedó dueño del canal y confiscó los bienes de británicos y franceses.
Entre 1958 y 1961 Egipto formó parte, junto con Siria, de la República Árabe Unida, de la que Nasser era Presidente. Igualmente formó una alianza con Yemen en el mismo periodo que se denominó Estados Árabes Unidos. En 1964 se promulgó una nueva constitución que convirtió al país en una república presidencialista de partido único, la Unión Socialista Árabe de orientación comunista.

En 1967, Egipto movilizó tropas a la península del
Sinaí
, y ordenó a la ONU la retirada de la Fuerza de Emergencia, estacionada en la zona desde la guerra del 1956. Poco tiempo después, Egipto cerró el estrecho de Tirán (en la entrada al golfo de Eilat- Aqaba) a toda la navegación israelí y a todos los barcos que se dirigían a Eilat. Este bloqueo privó a Israel de su única ruta de suministro con Asia y detuvo el flujo de petróleo de su principal proveedor, Irán. Estos elementos, sumados a acciones similares por parte de Siria y movimientos de tropas jordanos, que mantenían un acuerdo de defensa recíproca con Egipto, motivaron la decisión israelí de lanzar una ofensiva militar sobre la península

del Sinaí, durante la cual sus tropas alcanzaron el Canal. La ofensiva fue parte de la Guerra de los Seis Días. Aunque la guerra cesó en menos de una semana, los israelíes se negaron a retirarse del Canal hasta 1975, lo que motivó su bloqueo y Egipto perdió la Península del Sinaí. Aunque Nasser trató de dimitir en un primer momento, obtuvo de la Asamblea Nacional
plenos poderes legislativos y ejecutivos. Eliminó a los elementos hostiles del ejército y reforzó los acuerdos militares y políticos con la URSS en dos
tratados de 1967 y 1969. Además, el 90% de la actividad económica quedó en manos del Estado.


En 1970, el Presidente Nasser falleció inesperadamente, víctima de un ataque al corazón. El poder fue asumido por Anwar el-Sadat quien hasta entonces era Vicepresidente, y que inició una política de conciliación hacia Israel. En 1971 se aprobó una nueva Constitución y se cambió el nombre del país a su actual denominación como República Árabe de Egipto.
Sadat inició reformas económicas que liberalizaron una parte importante de las industrias. La situación fue estable hasta que en la guerra del Yom Kippur la ofensiva contra Israel volvió a fracasar y en 1974 se sucedieron graves altercados con estudiantes y trabajadores. La comparación popular con Nasser debilitaba al nuevo líder que no tenía el carisma de su predecesor y al que se le acusaba de los males del país.
Tras años de negociaciones ya con la aproximación a las tesis de Estados Unidos y la Comunidad Europea, Sadat y el primer ministro israelí Menahem Begin firmaron los Acuerdos de paz de Camp David, bajo los auspicios del Presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, lo que abrió la esperanza de una paz duradera en Medio Oriente. Esto le valió a Sadat y Menachem Begin el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, grupos ultranacionalistas opositores a la política conciliadora de Sadat llevaron a cabo un atentado en su contra, y lo asesinaron junto a otros miembros del régimen durante un desfile militar en 1980.
Desde entonces, Egipto ha estado en manos de Hosni Mubarak, como Presidente. En 1982 se recupera el Sinaí y Mubarak será reelegido en 1987 Establece de nuevo relaciones diplomáticas con los países árabes y reingresa en la OPEP, pero la Guerra de Irak volverá a alejar a Egipto -por su apoyo a la coalición liderada por Estados Unidos- de buena parte de sus vecinos, y a la denuncia de su política por la Organización para la Liberación de Palestina. Mubarak supera en 1995 un atentado preparado por Islamistas. Incrementa aún más su política de represión del terrorismo islámico que había costado la vida del Presidente Sadat.

El resurgir de los "Hermanos Musulmanes" como una fuerza con la generación de nuevos grupos islamistas, muchos de los cuales, eran partidarios del uso de la violencia para derrocar al gobierno, mientras que otros se limitaban a concienciar por medios pacíficos a la sociedad egipcia acerca de la necesidad de regresar a lo que ellos consideran una práctica más pura del Islam, aunque sin renunciar en última instancia a su objetivo de instaurar un estado islámico en Egipto. Algunas de estas organizaciones, en especial las más violentas, se mantenían en la más absoluta clandestinidad y poseían una estructura y una organización muy difusas e inestables.

El fenómeno islámico en el Egipto actual constituye un complejo entramado. El resurgimiento del activismo islámico ha seguido aumentando a lo largo de las últimas décadas y, pese a la tendencia a presentar un islamismo monolítico, militante y extremista, la realidad se ha revelado mucho más compleja. El islam político se ha convertido, a través de una serie de elecciones relativamente transparentes, en una de las principales fuerzas de oposición. 







La religión en Turquía



Como se observa en este vídeo, Turquía es un Estado laico. No obstante, los últimos disturbios que hemos podido ver en los medios de comunicación, como la ocupación de la Plaza Taksim, son en el fondo, una reacción contra el resurgir de la influencia del islam en el Gobierno turco.

¿Rusia musulmana?

El homicidio por apuñalamiento del ciudadano de etnia rusa de 25 años de edad Yegor Shcherbakov, perpetrado presuntamente por un musulmán natural de Azerbaiyán el 10 de octubre 2013, provocó violentos disturbios nacionalistas en Moscú, episodios de vandalismo y amenazas y la detención de 1.200 personas, y avivó una importante fuente de tensiones en la vida rusa.
Los ciudadanos de etnia musulmana no sólo suponen de 21 a 23 millones de habitantes entre los 144 millones de población total de Rusia, el 15 por ciento, sino que su proporción está creciendo con rapidez. La ciudadanía de origen étnico ruso castigada por problemas derivados del consumo de alcohol tendría tasas de fertilidad europeas y una esperanza de vida africana, siendo las primeras de sólo 1,4 hijos por mujer y de 60 años la segunda en el caso de los varones. En Moscú, las mujeres de origen étnico cristiano tienen 1,1 hijos.
En contraste, las mujeres musulmanas tendrían de media 2,3 hijos y registran un menor número de abortos que sus homólogas rusas. En Moscú, las mujeres de la minoría de origen turco Tatar tienen 6 hijos y las chechenas e ingusetias tienen 10. Además, entre 3 y 4 millones de musulmanes se han mudado a Rusia desde las antiguas repúblicas de la URSS, procedentes sobre todo de Azerbaiyán y Kazajstán; y algunos habitantes de origen étnico ruso se están convirtiendo al islam.
Estas tendencias señalan que los cristianos se contraen en número a un ritmo del 0,6 por ciento anual y los musulmanes crecen a ese mismo ritmo, cosa que surtirá dramáticos efectos con el tiempo. Hay analistas que pronostican que los musulmanes se convertirán en mayoría durante el siglo XXI – una revolución demográfica que alterará de forma fundamental el carácter nacional. Paul Goble, un experto en minorías rusas, llega a la conclusión de que “Rusia está sufriendo una transformación religiosa que tendrá un impacto aún mayor que la caída de la Unión Soviética para la comunidad internacional”. Un contertulio ruso que cita imagina una mezquita en la Plaza Roja de Moscú. La premisa manifiesta de que Moscú conserva y seguirá conservando la orientación occidental “dejará de tener validez”, sostiene. En concreto, augura que el salto demográfico musulmán “tendrá un impacto acusado sobre la política exterior rusa”.
En cuestión de pocos años, los musulmanes representarán la mitad de los reclutas del ejército ruso. Joseph A. D’Agostino, del Instituto de Estudios Demográficos, plantea: “¿Operará con eficacia una fuerza militar de esta naturaleza teniendo en cuenta la indignación de muchos musulmanes autóctonos con las tácticas que emplea el ejército ruso en la región musulmana de Chechenia? ¿Y si las demás regiones musulmanas de Rusia — que albergan importantes reservas de crudo algunas de ellas — se revuelven contra Moscú? ¿Combatirán hasta las últimas consecuencias los efectivos regulares musulmanes para conservarlas parte de la madre Rusia?”
Los musulmanes cada vez más asertivos de Rusia, que con 57 de las 182 minorías étnicas nacionales constituyen la mayoría, han empezado a emplear el término Rusia musulmana para manifestar sus ambiciones. Según el analista musulmán Daniyal Isayev, este término anuncia que el islam “constituye una parte inalienable de Rusia” y que “la Rusia estado y civilización no podría existir sin el islam y los musulmanes”. Él destaca que los musulmanes precedieron a las minorías étnicas rusas en gran parte del territorio de lo que hoy es Rusia. Sus indiscriminadas reivindicaciones en favor de los musulmanes incluyen las exageraciones de que realizaron aportaciones críticas a la cultura de Rusia y sus victorias militares.
Tal discurso hace que la población étnica rusa se convulsione a tenor de la desaparición demográfica de 700.000habitantes al año por lo menos, vuelva a su confesión y se vuelva contra los musulmanes. Los resultados incluyen retratos parciales en los medios convencionales y ataques a las mezquitas entre otros delitos graves, iniciativas para impedir la inmigración musulmana y el apogeo de grupos nacionalistas radicales rusos como el “Movimiento contra la Inmigración Ilegal” de Alexander Belov.
Habitantes de etnia rusa gritan “Rusia para los rusos” en una concentración nacionalista tras el asesinato de Yegor Shcherbakov.


El Kremlin ha respondido a la cuestión de formas contradictorias. El entonces presidente Dmitry Medvedev intentó el apaciguamiento en 2009 poniendo el acento en la relevancia del islam para Rusia, destacando que “las instituciones musulmanas están realizando una importante aportación a la hora de promover la paz social y brindar educación espiritual y moral a muchos, y combatir el extremismo y la xenofobia en la misma medida”. También anunció que, debido a su numerosa población musulmana, “Rusia no necesita tender lazos de amistad al mundo musulmán: Nuestro país es parte orgánica de este mundo”.
Ilustración de Alexander Hunter para el The Washington Times.


Pero como señala Ilán Berman, del American Foreign Policy Council, “el Kremlin ha discriminado a su minoría musulmana e ignorado (hasta fomentado) el incremento de la xenofobia corrosiva entre sus ciudadanos. Esto ha alimentado el resentimiento y la alienación entre los musulmanes de Rusia — sentimientos que los grupos islámicos radicales se han mostrado encantados de aprovechar”. Sumado a la postura supremacista islámica, esto redunda en una minoría musulmana cada vez más difícil de controlar.

Los debates del islam en Europa tienden a centrar la atención en lugares como Gran Bretaña o Suecia pero Rusia, el país de la mayor comunidad musulmana en términos tanto relativos como absolutos, ocupa la posición preferente. La violencia nacionalista registrada esta semana se acompañará seguramente de problemas mucho peores.