El homicidio por apuñalamiento del ciudadano de etnia rusa de 25 años de edad Yegor Shcherbakov, perpetrado presuntamente por un musulmán natural de Azerbaiyán el 10 de octubre 2013, provocó violentos disturbios nacionalistas en Moscú, episodios de vandalismo y amenazas y la detención de 1.200 personas, y avivó una importante fuente de tensiones en la vida rusa.
Los ciudadanos de etnia musulmana no sólo suponen de 21 a 23 millones de habitantes entre los 144 millones de población total de Rusia, el 15 por ciento, sino que su proporción está creciendo con rapidez. La ciudadanía de origen étnico ruso castigada por problemas derivados del consumo de alcohol tendría tasas de fertilidad europeas y una esperanza de vida africana, siendo las primeras de sólo 1,4 hijos por mujer y de 60 años la segunda en el caso de los varones. En Moscú, las mujeres de origen étnico cristiano tienen 1,1 hijos.
En contraste, las mujeres musulmanas tendrían de media 2,3 hijos y registran un menor número de abortos que sus homólogas rusas. En Moscú, las mujeres de la minoría de origen turco Tatar tienen 6 hijos y las chechenas e ingusetias tienen 10. Además, entre 3 y 4 millones de musulmanes se han mudado a Rusia desde las antiguas repúblicas de la URSS, procedentes sobre todo de Azerbaiyán y Kazajstán; y algunos habitantes de origen étnico ruso se están convirtiendo al islam.
Estas tendencias señalan que los cristianos se contraen en número a un ritmo del 0,6 por ciento anual y los musulmanes crecen a ese mismo ritmo, cosa que surtirá dramáticos efectos con el tiempo. Hay analistas que pronostican que los musulmanes se convertirán en mayoría durante el siglo XXI – una revolución demográfica que alterará de forma fundamental el carácter nacional. Paul Goble, un experto en minorías rusas, llega a la conclusión de que “Rusia está sufriendo una transformación religiosa que tendrá un impacto aún mayor que la caída de la Unión Soviética para la comunidad internacional”. Un contertulio ruso que cita imagina una mezquita en la Plaza Roja de Moscú. La premisa manifiesta de que Moscú conserva y seguirá conservando la orientación occidental “dejará de tener validez”, sostiene. En concreto, augura que el salto demográfico musulmán “tendrá un impacto acusado sobre la política exterior rusa”.
En cuestión de pocos años, los musulmanes representarán la mitad de los reclutas del ejército ruso. Joseph A. D’Agostino, del Instituto de Estudios Demográficos, plantea: “¿Operará con eficacia una fuerza militar de esta naturaleza teniendo en cuenta la indignación de muchos musulmanes autóctonos con las tácticas que emplea el ejército ruso en la región musulmana de Chechenia? ¿Y si las demás regiones musulmanas de Rusia — que albergan importantes reservas de crudo algunas de ellas — se revuelven contra Moscú? ¿Combatirán hasta las últimas consecuencias los efectivos regulares musulmanes para conservarlas parte de la madre Rusia?”
Los musulmanes cada vez más asertivos de Rusia, que con 57 de las 182 minorías étnicas nacionales constituyen la mayoría, han empezado a emplear el término Rusia musulmana para manifestar sus ambiciones. Según el analista musulmán Daniyal Isayev, este término anuncia que el islam “constituye una parte inalienable de Rusia” y que “la Rusia estado y civilización no podría existir sin el islam y los musulmanes”. Él destaca que los musulmanes precedieron a las minorías étnicas rusas en gran parte del territorio de lo que hoy es Rusia. Sus indiscriminadas reivindicaciones en favor de los musulmanes incluyen las exageraciones de que realizaron aportaciones críticas a la cultura de Rusia y sus victorias militares.
Tal discurso hace que la población étnica rusa se convulsione a tenor de la desaparición demográfica de 700.000habitantes al año por lo menos, vuelva a su confesión y se vuelva contra los musulmanes. Los resultados incluyen retratos parciales en los medios convencionales y ataques a las mezquitas entre otros delitos graves, iniciativas para impedir la inmigración musulmana y el apogeo de grupos nacionalistas radicales rusos como el “Movimiento contra la Inmigración Ilegal” de Alexander Belov.
Habitantes de etnia rusa gritan “Rusia para los rusos” en una concentración nacionalista tras el asesinato de Yegor Shcherbakov.
El Kremlin ha respondido a la cuestión de formas contradictorias. El entonces presidente Dmitry Medvedev intentó el apaciguamiento en 2009 poniendo el acento en la relevancia del islam para Rusia, destacando que “las instituciones musulmanas están realizando una importante aportación a la hora de promover la paz social y brindar educación espiritual y moral a muchos, y combatir el extremismo y la xenofobia en la misma medida”. También anunció que, debido a su numerosa población musulmana, “Rusia no necesita tender lazos de amistad al mundo musulmán: Nuestro país es parte orgánica de este mundo”.
Ilustración de Alexander Hunter para el The Washington Times.
Pero como señala Ilán Berman, del American Foreign Policy Council, “el Kremlin ha discriminado a su minoría musulmana e ignorado (hasta fomentado) el incremento de la xenofobia corrosiva entre sus ciudadanos. Esto ha alimentado el resentimiento y la alienación entre los musulmanes de Rusia — sentimientos que los grupos islámicos radicales se han mostrado encantados de aprovechar”. Sumado a la postura supremacista islámica, esto redunda en una minoría musulmana cada vez más difícil de controlar.
Los debates del islam en Europa tienden a centrar la atención en lugares como Gran Bretaña o Suecia pero Rusia, el país de la mayor comunidad musulmana en términos tanto relativos como absolutos, ocupa la posición preferente. La violencia nacionalista registrada esta semana se acompañará seguramente de problemas mucho peores.
Fuente: es.danielpipes.org
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